¿Fondos propios o ajenos para financiar las inversiones?

Cuando una empresa tiene la necesidad de financiar cualquier inversión, puede optar bien por utilizar recursos ajenos o bien recursos propios. Los primeros son los que no forman parte del patrimonio de la empresa y que provienen de fuentes de financiación ajenas a la empresa o a sus propietarios (como por ejemplo, los préstamos concedidos por una entidad bancaria) mientras que los segundos consisten en las aportaciones de los socios o de terceros con participación en el capital social (sociedades de capital riesgo, Business Angels…) o de la financiación que la empresa es capaz de generar por sí misma (reinvirtiendo los beneficios, por ejemplo).

Pero ¿qué es mejor? ¿Utilizar recursos ajenos o utilizar recursos propios? A priori, parece que la mejor forma de financiar nuestras inversiones es atrayendo capital y recursos propios puesto que, de esta forma, se reducirá el endeudamiento y nuestra empresa será mucho más solvente. Sin embargo, es necesario tener en cuenta una serie de aspectos que pueden hacer cambiarnos de opinión: ni financiar todo nuestro activo con recursos propios es bueno ni utilizar endeudamiento es necesariamente malo.

¿Qué ocurre cuando utilizamos mucha cantidad de recursos propios?

Las empresas constituidas en España son, en su gran mayoría, empresas de responsabilidad limitada, que limitan la responsabilidad de cada socio al total de su aportación de capital a la empresa. De este modo, si una empresa tiene problemas financieros y no puede pagar a sus acreedores, el socio no responderá con su patrimonio de las deudas contraídas, sino únicamente con el capital que ha aportado a la sociedad.

Cuanto mayor sea este capital, mayor será la responsabilidad de los socios con las deudas de la empresa, hasta el punto de tener que responder con sus bienes personales si el patrimonio de la sociedad está por debajo de la mitad de la cifra del capital social que figure en los estatutos de la empresa. Es decir, si los administradores de la sociedad no la mantienen saneada podrían incurrir en causa de disolución al no adaptar las medidas legales que les son exigibles.

Además, hay que tener en cuenta que mientras el patrimonio neto de nuestra empresa no cubra su capital social no se podrán repartir beneficios. Por tanto, puede no interesar a los socios utilizar una cifra de capital alta que limite la distribución de los dividendos y pueda hacer que muchos inversores retiren su participación.

Ventajas del endeudamiento

Cuando una empresa amplia su capital y obtiene, por tanto, recursos propios, los nuevos accionistas o partícipes exigirán una participación en el control de la sociedad. Con la utilización de recursos ajenos o endeudamiento evitamos este problema, ya que los acreedores exigirán únicamente el reembolso de los capitales prestados junto con el interés pactado.

Fondos propios o ajenos

Por otro lado, y dadas las exigencias legales que hemos indicado en el punto anterior, la utilización de recursos ajenos constituye un método mucho más flexible de financiación puesto que la única exigencia legal para seguir endeudándonos es tener capacidad para afrontar el pago, representado contablemente como un patrimonio neto superior a la mitad de la cifra del capital social de la compañía.

Además, la utilización de recursos ajenos aumenta la rentabilidad de las inversiones para los accionistas por el llamado efecto apalancamiento que, a pesar de que no constituye una ventaja en sí puesto que las pérdidas pueden exceder los recursos iniciales utilizados, sí que es un buen método de atraer nuevos capitales a la empresa.

Por último, y a pesar de la extendida creencia de que los recursos propios salen gratis, la obtención de financiación ajena es más barata, ya que hay que tener en cuenta que los nuevos accionistas exigirán una rentabilidad por su inversión que normalmente se materializará en la recepción de dividendos. Si bien es cierto que al principio los recursos propios son más baratos (en realidad, gratis), la empresa irá retribuyendo a los propietarios conforme vaya obteniendo beneficios. En este sentido, el interés pagado al prestamista es normalmente más barato que estos dividendos.

¿Qué utilizo, recursos ajenos o recursos propios?

Como en casi cualquier otro aspecto de la vida, en el equilibrio está la virtud. Desde luego, nuestra empresa estará más saneada y será menos vulnerable a los ciclos económicos cuanto mayor sea su cifra de recursos propios. Sin embargo, renunciará a una cierta rentabilidad y puede tener problemas legales en el futuro.

Dependiendo de cuáles sean las necesidades de fondos de la compañía, de su capacidad para afrontar el pago de la financiación ajena, de su capacidad para atraer potenciales inversores o de la aversión al riesgo de los propietarios, la empresa optará por uno u otro método de financiación, siempre teniendo en cuenta que existen una serie de requisitos legales que hay que tener en cuenta con anterioridad a tomar cualquier tipo de decisión financiera en la empresa.

Dejá un comentario